Crítica de Jurassic World por Cristian Olcina
Leé debajo del logo la crítica escrita más formal; y al finalizar la misma, está el audio de la crítica informal radial.
Jurassic World es como un espejo. Un espejo que refleja la luminosidad cinematográfica de Jurassic Park. A veces ese reflejo devuelve una imagen casi igual, y otras veces es como esos espejos de parque de diversiones, donde la imagen se achica o se agranda. Afortunadamente, en muchas partes vemos que ese reflejo es más concentrado, más intenso que el original inclusive, y eso es una gran sorpresa. Jurassic World es un filme que tiene un objetivo claro, enfocado, firme y manifiestamente expuesto, ese objetivo es emocionar a los fans del filme original de Spielberg, y es una película indudablemente efectiva porque cumple ese fin con creces. Hay fans que dicen que sintieron como volver a la infancia o como revivir por primera vez la experiencia del primer visionado del inicio de la franquicia. Más de 20 años más tarde, con una experiencia que muchos atesoramos en el corazón, por más que veamos el primer filme nuevamente, siempre será un repaso, nunca tendrá ese nivel de excitación de la primera vez. Y ese es el mérito extraordinario que tiene Jurassic World para el Jurassic Fan, que nos hace vivir de vuelta la experiencia, justo como en el visionado original.
¿Y cómo
logra esta experiencia que llega directo al corazón al fan de Jurassic Park?
Con una estructura interesante, trasladada al filme con un guion sólido que
parece salido de una tesis universitaria donde un fan y experto del filme de
Spielberg hubiera estudiado toma a toma el filme y hubiera escrito la secuela
buscando presionar correctamente los mismos botones que la original, buscar los
mismos sustos, los mismos momentos de tensión. Y también hacerlo homenajeando
al primer filme, pero a su vez reinventándolo, como si fuera una especie de
remake actualizada. Tiene la misma estructura efectiva que la primera, pero
zafa de caer en la repetición al hacer un parque completamente funcional, con
un conflicto que no repite el tema del sabotaje y con una renovación visual y
tecnológica que da aires de frescura y contemporaneidad. Y no solo toma de lo
quedó en el filme original, sino también de lo que no quedó, haciendo notar esa
investigación que parece una tesis. Si estuviera vivo Michael Crichton quizás se
hubiese emocionado mucho con esta secuela, porque él al escribir el libro
decidió hacer un parque que aún no estuviese terminado porque le costaba mucho
pensar todos los detalles de cómo debía ser el parque; y esta visión trunca del
proyecto original del libro, llega a su máxima expresión en este filme para
mostrarnos el parque en toda su gloria, recuperándonos, al menos en parte, ese asombro que teníamos en 1993; esta vez no
por la vista por primera vez de los dinosaurios, algo irrepetible; sino por ver
culminado el parque, algo que nunca pudimos ver hasta ahora.
Y esta
experiencia se completa con la oportunidad de ver numerosas especies, que
quedaron en los recortes de guion en la traslación a celuloide de la obra de Crichton.
Además la secuela incluye inclusive el paseo en bebés triceratops por parte de
niños montándolos; una secuencia que en el caso del primer filme estaba en
guion, y se llegó trabajar sobre la misma, pero no se llegó a filmar ya que
Spielberg consideraba que si esa escena estaba antes del ataque del T-Rex
demoraba mucho el comienzo de la acción; y si estaba después, era menos creíble
y frenaría la tensión. Lo que hace Colin Trevorrow en este caso es un
aproximamiento gradual al conflicto, y curiosamente funciona. La audiencia de
2015 no tiene la misma paciencia de 2 décadas atrás y el director teniendo en
cuenta eso logra combinar efectivamente escenas dramáticas y el conflicto
principal con la presentación del parque que se mantiene y se alterna con las
escenas de acción, y las primeras víctimas. Eso permite que el conflicto
principal aparezca bastante rápido dentro del metraje y de lugar a un marco de
tensión y suspenso que llega desde un comienzo. Sin embargo quizás ese esquema
diluya el asombro, la sensación de descubrimiento y la majestuosidad del parque
y sus habitantes; porque sabemos que esta atracción ya está manchada con
sangre.
Colin
Trevorrow, el director, se nota que ha estudiado fielmente el filme original y
homenajea y reinventa algunos de los trucos que sacó de la galera Spielberg en
su momento, y sin llegar a tener la originalidad ni la novedad ni la
importancia del primer filme, logra engancharnos mucho, recordarnos que Jurassic
Park es una gran película y hacernos sentir como hace 20 años. Y lo hace
jugando a ser Spielberg y saliéndose con la suya.
Jurassic
World es sorpresivamente un filme que es mucho más fresco de lo que
esperábamos, que resucita la franquicia con gloria, espectacularidad y de forma
por momentos épica. Y que da las escenas que los fans quieren, y las construye
con una buena tensión, buen ritmo, buena puesta de cámara y una música muy
efectiva. Obviamente al igual que las anteriores entregas, esta secuela es una
mezcla de géneros y podemos encontrar partes de aventura, escenas graciosas,
una subtrama romántica, y también mucha acción, pero ciertamente el género que
más tiñe a todo el filme, es el género del terror. Y sin ser un filme gore,
lleno de sangre, ni con torturas ni con una enorme sordidez como son muchos
filmes del género, logra una tensión muy alta al final, y contiene a lo largo
del metraje total, muchas partes donde a miembros de la audiencia se les escapa
una expresión de ¡oh! en voz alta por alguna sorpresa, e inclusive aun cuando
la estamos esperando a la sorpresa y la vemos claramente venir; eso es una
clara muestra de la eficacia en la dirección, donde en algún momento incluso
podemos hacer un breve salto del asiento. Es un filme que definitivamente va a
asustar a los más chicos, y puede no llegar a ser recomendado para ellos.
Obviamente
quien va a ver un filme de este tipo no espera un filme premiado con La Palma de Oro en el Festival de Cannes, por ende debemos tomarlo como lo que es, o sea
un increíble entretenimiento pasatista que es a la vez un gran ejemplo de una
buena narrativa cinematográfica a la hora de generar adrenalina y emocionar, es
un filme con un espíritu hitchcockiano a nivel de entretenimiento, sin la
perversidad y trasfondo psicológico de los filmes del maestro, pero si con una
dosis de acidez, de crítica y de cinismo inclusive, como los filmes del genial
realizador británico. Y es un festival de dinosaurios, que es lo que en
definitiva queremos ver. Eso no quiere decir que el filme sea absolutamente
superficial ni vacío de contenido, ya que una buena parte de la trama tiene que
ver con cómo las corporaciones deben generar ganancias a toda costa y como el
avance de la ciencia y la tecnología está muchas veces subvencionado por
razones poco altruistas o por objetivos militares inclusive, y no deja de
recalcar algo que estaba presente en filmes anteriores: que es que es peligroso
jugar a ser dios, y que la codicia sin límites tiene su precio; y no solo se
refiere a codicia económica, sino de prestigio también.
Al ser
tan protagonistas los dinosaurios y al tener un elenco bastante coral con
distintos protagonistas en diversas secuencias, la caracterización de los
personajes se ve un poco disminuida y los mismos no nos terminan siendo tan
familiares como en otros filmes, pero hay que ponerse una mano en el corazón y
ser honestos, ¿vamos a ver este filme para ver caracterización de personajes?
¿O vamos a ver dinos comiéndose gente? (o al menos intentándolo). No hay,
lamentablemente, un personaje tan emblemático como Ian Malcom de la primera y
la segunda película, perfectamente caracterizado en toda su gloria y
grandiosamente interpretado por Jeff Goldblum. Pero sí hay un reparto efectivo
liderado un Chris Pratt que cada día se convierte en una mayor estrella y que
exuda carisma en cada fotograma, y acompañado por el personaje interpretado por
Bryce Dallas Howard, que está muy correcto y logra transmitir la dramática
experiencia de la caída en desgracia del parque y sus consecuencias.
En un
2015 cargado de filmes ultra taquilleros, blockbusters como se le dicen en
Hollywood, esta puede ser una de las grandes experiencias dentro del género,
particularmente para los amantes de los dinosaurios y especialmente para los
amantes de Jurassic Park, quienes tienen frente a ellos una película
absolutamente obligatoria de ver, y de ver en el cine; para relajarse y
disfrutar, y luego tensionarse y disfrutar. Jurassic World no es solo un espejo que tiene
un diseño con una estructura que devuelve una imagen parecida al original, sino que también es un espejo que nos
trasmitirá en mayor o menor medida, según el caso, nuestro amor por los
dinosaurios y por Jurassic Park.
Además de la crítica previa, más formal, el profe de cine hizo una crítica radial informal, donde hace algunos análisis similares a los leídos aquí, pero en la segunda mitad se concentra en describir la intensa experiencia que tuvo al ver el filme, podés escuchar el audio en el reproductor debajo del tuit.
Aquí el comentario de audio:
Mirá el trailer aquí:
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Vi Jurassic World, fue un Orgasmo Cinematográfico. Hay que verla.
#JurassicWorld
— Cristian Olcina (@ProfeDeCine) junio 12, 2015
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